30/09/2013 | EL DIARIO

Bolívar obtuvo mucho mostrando poco. “La sacó barata”, como se dice en la jerga popular del fútbol. El empate, ante un benevolente San José, encendió las alarmas de un club que ha invertido mucho en refuerzos pero, que hasta el momento, muestra muy poco fútbol. Ayer, frente al Santo, los celestes realizaron su peor presentación en condición de local, partido que despertó más dudas y despejo pocas. El visitante pudo hacerse fácilmente con las tres unidades, pero fue condescendiente y se conformó con la repartición de puntos.

El cuadro de Miguel Ángel Portugal ha perdido el rumbo. La ausencia de un conductor en el medio sector, que marque la pausa y asista a la delantera, es fundamental. La lesión de Rudy Cardozo, le pasa factura a la ofensiva celeste, que ayer estuvo carente de ideas y, en consecuencia, de profundidad. Aunque la Academia se puso adelante en el marcador en dos ocasiones, se debe atribuir los goles a los errores defensivos de San José, que al mérito celeste.

A este defecto, hay que sumarle una extrema lentitud y paranoica defensa bolivarista. La zaga conformada por Nelson Cabrera y Edemir Rodríguez, dejaron mucho que desear. Éste último, fue presa del nerviosismo y la imprecisión, a tal punto que regaló el empate a San José en el primer tiempo. Antes del mismo ya se había mostrado impreciso y Carlos Saucedo aprovechó la pésima tarde del zaguero bolivarista para marcar el empate. El tiro de gracia, de una tarde para el olvido, la propició Walter Flores. El temperamental mediocentro no paró de golpear a diestra y siniestra, terminando expulsado y perjudicando al equipo.

El cuadro orureño dirigido por Marco Ferrufino que dirigió desde la tribuna, mereció más que un empate. A pesar de ir perdiendo en dos oportunidades se levantaron y no olvidaron la estrategia. El segundo tanto de Saucedo, tras una jugada colectiva, corroboró la supremacía en el segundo tiempo. El equipo orureño tuvo en varias ocasiones la oportunidad de llevarse una victoria del Hernando Siles. Marcelo Gomes, tuvo en sus botines, la ocasión más clara, pero el guardameta Romel Quiñones, evito la tragedia.

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