El exzaguero Eduardo Jiguchi es de corazón celeste: ‘Soy hincha del papá’

14/04/2020 | La Razon

La Paz / 12 de abril de 2020 / 18:22

Jugó una década en la Academia, fue varias veces campeón. Tenía la fama de ser rudo dentro de la cancha, asegura que jamás fue con mala fe y cuenta varios episodios de su vida.

Por Jorge Asturizaga

Eduardo Jiguchi lleva en la piel y en el corazón el color celeste para siempre. Las 10 temporadas que vistió la camiseta de Bolívar (1992 a 2001) marcaron la vida futbolística de este recio zaguero central, quien ponía la pierna fuerte cada vez que le tocaba disputar la pelota.

“Soy hincha del papá”, dice con voz firme al referirse a la institución que este domingo cumple 95 años (12 de abril de 1925). Y es que estuvo en una época en la que se cansó de dar vueltas olímpicas y jugar la Copa Libertadores de América.

“En el fútbol profesional nací en Oriente Petrolero, pero lo vivido en Bolívar fue distinto. Tantas cosas que me dio el club, tantas cosas que me aguantó. Agradezco siempre a don Mario (Mercado) y a sus colaboradores por llevarme. Soy hincha del papá porque allí gané muchos torneos, jugué a nivel internacional, llegué a la selección y crecí como deportista y persona”.

En varias temporadas formó una pareja impasable con Marco Sandy, uno de los ídolos del celeste, y también con Marcos Ferrufino. “Soy de la época en la que los defensores decíamos ‘de aquí no pasas’, nos matábamos en la cancha por la camiseta, pateabas una vez y te respondían dos. Había que meter pierna fuerte”.

Para que las nuevas generaciones sepan cómo jugaba rememora: “El periodismo y los hinchas rivales siempre me catalogaron como alguien que iba muy fuerte, que buscaba dañar al adversario. Nunca fui así, siempre disputé cada pelota con lealtad y respeto al colega de trabajo. Es cierto que hay veces en las que uno no medía el tiempo y llegaba tarde, fui expulsado, pero también hubo partidos en los que me eligieron figura”.

Tenía buen dominio de balón, si había que salir jugando lo hacía y también se le presentaban oportunidades en las que cooperaba con la gente de ataque.

Por sus condiciones fue contratado por el Vitoria Setúbal de Portugal en 1999, pero su estadía duró apenas un par de meses, pues tuvo que volver afectado por una lesión.

“Creo que me apresuré un poquito al marcharme a Portugal, en ese tiempo no estaba en mi mejor condición física, pasé un par de pruebas pero no pude quedarme. Había trabajado tanto en Bolívar y en la selección para tener esa oportunidad en el exterior… Dios sabe por qué no se dan algunas cosas, ese es uno de los desafíos de mi carrera que no pude cumplir”.

Admite que la cuestión disciplinaria afectó en parte su carrera. “No fui un santito, exageraba sobre todo después de los partidos. Si hubiera sido una persona correcta podía haber ganado más dinero”.

Su esposa, Josefa Zamorano, fue un gran apoyo para salir adelante y cambiar su actitud. Y en el plano futbolístico contó con el respaldo de Jorge Habegger, técnico que implantó el control domiciliario, que consistía en visitar a los jugadores en las noches para evitar que cayeran en tentaciones.

“Habegger me dio confianza, me habló mucho para que le responda dentro y fuera de la cancha. Era un señor exigente y bravo. Recuerdo que alguna vez hubo demora en el pago de sueldos y le expresé la queja, fue conmigo a la oficina del club y les dijo a los dirigentes: ‘yo le exijo para que me cumpla a diario, así que el club debe cumplirle’ y cobré ese rato”.

De las visitas da los domicilios cuenta: “Era una fiera, se aparecía a las diez u once de la noche, tocaba el timbre, le abría la puerta, saludaba, hablaba un poco y se iba. ‘No nos puede controlar así’, le decía. Él sonreía porque me cuidaba mucho, valieron la pena sus idas a mi casa porque cambió mi actitud”.

Jiguchi disfruta hoy de su hogar en Santa Cruz y agradece a su esposa Josefa por haber consolidado una familia unida y con valores.”Soy un querendón a mi manera. Desde que estuvimos en La Paz, ella construyó el gran cimiento de este momento, guió a mis hijos hasta que salieron profesionales y ahora son grandes personas. Todo se lo debo a mi esposa”.

Campeón Sudamericano 1986, es el primero desde la derecha en la fila de arriba. Foto: Eduardo Jiguchi

Una postal de la familia JIguchi. Foto: Eduardo Jiguchi

Una formación de Bolívar. Arriba, primero desde la izquierda. Foto: Eduardo Jiguchi

Sus hijas Diana Helen y Linda Andrea ya le dieron dos nietos: Anthonella y Alessandro; su hijo Cristhian Eduardo va haciendo su propia carrera de futbolista en un club de la asociación cruceña.

Jiguchi se formó como futbolista en la Academia Tahuichi Aguilera y fue parte del equipo campeón del Sudamericano de Lima 1986. Aparte de Bolívar también jugó en Wilstermann, The Strongest, Mariscal Braun, Aurora y San José, donde se retiró de la actividad en 2007.

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